Los primeros grandes maestros del cómic se nutrieron del arte tradicional y entre ellos del cine. Harold Foster estudió pinturas completas de Michelangelo Buonarroti antes de ilustrar Tarzán de los Monos, obra del gran escritor Edgar Rice Burroughs, que lamentablemente se desdibujó en su concepción de crítica social y dio paso a la idea de un blanco superior que salva y guía a un continente de negros primitivos e ignorantes.
Alex Raymond y Milton Caniff copiaron las siluetas del cinematógrafo en blanco y negro en sus viñetas. Fijaron el lenguaje gráfico y la técnica del género. Con el pasar del tiempo varios de sus personajes fueron llevados a las pantalla (Flash Gordon imagen de la supremacía de los rubios ante Ming desalmado, de claros rasgos mongoles).
El maestro Will Eissner estudió la literatura del género policial y vio muchos filmes de gángsters para dar luz a Spirit, luchador clandestino y fuera de la ley que combate la delincuencia citadina bajo la vista gorda del jefe de policía Nolan, que curiosamente es un autorretrato del mismo Eisner.
La idea de trasfondo es que a veces el dominio del crimen es de tal magnitud, que la sociedad requiere emplear a personajes que la defiendan casi con los mismos métodos de los malvados. En otras palabras el bien y el mal pueden llegar a ser casi lo mismo; esa misma justificación fue nuevamente empleada por los guionistas de los libros de Batman en los noventa para borrar la imagen de homosexual que el héroe adquirió tras la proyección seguida de su exitosa serie de los sesenta, bastante fiel al personaje original de Bob Kane, nacida a finales de los treinta.
Por otro lado, Supermán o Batman entre otros héroes del género norteamericano, representan a seres excepcionales que sin explicación alguna deciden quién es bueno y quién es malo. Combaten a los supuestos malos y los entregan a las autoridades políticas, militares o las policiales del "establishment"para su seguro castigo.
Resultan pues harto conservadores del orden social y bajo el pretexto de que solo ellos están facultados para salvar al resto, se les provee de completa inmunidad para ser jueces y ejecutores. Nadie se queja de que ellos sean parte en el juicio, por ejemplo, lo de Supermán con Luthor es ya un asunto personal, y sin embargo, el kriptoniano sigue gozando de total respaldo y nadie parece advertir tal posibilidad. Así pues, cualquier problema se sublima bajo el pretexto de tener un malo tan malo que no existe nadie que dude en forma alguna de que el sujeto realmente lo es.
El arquetipo del favorecido con la imagen, colabora sustancialmente en hacer ver el rol de cada quién. Así el bello es bueno de por sí y el feo está condenado a ser malvado. Un código tan simple que cualquiera puede entenderlo y no amerita pregunta alguna.
Luego, ¿para qué hacerles un juicio justo si ya todos saben que es malo?. Es que hasta la imagen lo delata.
Y esa imagen casi siempre se parece a la de personajes asiáticos, latinoamericanos o negros. Por su parte la belleza del héroe se acerca a la de la raza aria. De manera que hacer verdadera justicia resulta fácil. Basta ver su belleza y se reconoce a cada quién. No hace falta escucharle, ni molestarse en conocerle y menos comprenderle. El bien debe prevalecer sobre el mal y esa obligación moral es suficiente para justificar cualquier violencia.
En un principio el malo se identifica fácilmente, por su escasa belleza, posteriormente por sus malas intenciones... quiere adueñarse del mundo, pero con el tiempo el malo puede ser un político con ideas diferentes o uno que propone cambios radicales que atentan contra el orden establecido.
Posteriormente, en los cincuenta el furibundo senador anticomunista MacCarthy logró imponer un código de censura para las historietas. Para ese entonces el gobierno de EEUU se apoyó en la obra de un solo psicólogo para decir que la floreciente industria, que para ese instante abordaba temas como historias de terror, y describía asesinatos y violencia doméstica, estaba dañando la mente de la juventud estadounidense. El efecto fue de autocensura en los artistas e industria y hubo que esperar a los sesenta, bajo la turbulencia de esa década, para que aparecieran héroes controvertidos como El hombre araña.
Spiderman-El hombre araña.
No tienen claro si deben emplear sus superpoderes para hacerse millonario o debe combatir el mal. Peter Parker ha oscilado entre la vida mediocre de un fotógrafo norteamericano, hundido en la vertiginosa metrópolis de New York, sin tener cómo pagarse un fin de semana con Mary Jane Watson en un hotel cinco estrellas de Acapulco, y combatir con el Duende Verde.
Su éxito lo catapultó al dibujo animado en los setenta, en TV en los ochenta y ahora es cuando domina la gran pantalla. Resulta curioso que sus dilemas originales se han reducido por obra de los guionistas de Hollywood y han sido sustituidos por cada vez más espectaculares efectos especiales.
Hulk -Rechoncho
Es un científico que trabaja para los militares de EEUU y cuyo accidente lo coloca en contraposición con los mismos. Una relación de amor odio con ese cuerpo militar.
Iron Man -Hombre de hierro
Es un exitoso rico que decide defender a su país, obviamente EEUU, y se hace construir un traje especial con tecnología de avanzada. Su principal archienemigo originalmente es El Mandarín de evidente estereotipo chino.
Todas esas obras nacen bajo el sello de "Marvel Comics" quien impone un nuevo estilo en el dibujo, con mayor acción y que llega a su cúspide con los X-men. cómic de gran éxito que ha terminado de proveer más ganancia a la corporación con su saga de tres historias en el cine.
Wolverine -Lobezno
Es un héroe que no se caracteriza por pensar mucho antes de atacar; mucho menos por tratar de resolver los problemas con diálogos. Resuelve sus escasos dilemas filosóficos a través del jefe mutante Xavier, quien le convence muy fácilmente de que Magneto y sus seguidores son los malos. De allí para adelante, sólo hace falta puños, patadas y bofetadas. No hay tiempo para razonar y menos para dudar.Fuentes: http:// www.rebelión.org- Una aproximación al mundo de la historieta y su innegable transfondo ideológico-Alberto Salazar / Teoría y práctica de la ideología-Ludovico Silva- Editorial Nuestro Tiempo
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