A un ojo que respondiera sólo a la intensidad de la luz , el mundo se le aparecería en blanco, negro y tonos de gris, o sea monocromático. Esta es una solución económica que ha sido adoptada por mamíferos marinos, como las ballenas y las focas, probablemente debido a que no tiene mucho sentido ver color cuando estás debajo del agua y por debajo de cierta profundidad todo se ve de un solo color.
La mayoría de los demás mamíferos, incluidos el perro, el gato y casi todos los monos del Nuevo Mundo, ha optado por el modelo inmediatamente superior: la visión dicromática. A la pareja de colores blanco y negro se suma la pareja amarillo y azul. Así el perro ve azul lo que nosotros vemos azul, pero todo lo verde, amarillo o rojo se le presenta en gradaciones de amarillo.
Los seres humanos han desarrollado la visión tricromática, es decir, la capacidad de distinguir el rojo y el verde, además del blanco y el negro, el amarillo y el azul-
Durante más de cien años se ha pensado que en los primates originalmente frugívoros y vegetarianos, la visión tricromática había estado guida por la necesidad de distinguir de distinguir fácilmente bayas y frutos rojos contra el fondo verde de la vegetación. Pero también pueden distinguirse con visión dicromática. La razón de ese cambio de visión se debe a que el único alimento que no puede ser identificado sin la visión tricromática son las hojas nuevas. En la jungla africana, son rojas en lugar de verdes las hojas nuevas de aproximadamente la mitad de las plantas; estas hojas son las más tiernas, digeribles y ricas en proteínas. Dado que los primates comen hojas cuando escasea otro tipo de alimentos , la capacidad de elegir las más nutritivas debe haber representado una ventaja muy importantes en tiempos de carestía. En definitiva, vemos en color porque en un mundo de colores es más fácil encontrar comida que en un mundo en blanco y negro.
La respuesta al color es muy sofisticada en los pájaros. La mayoría de las aves es parcialmente ciega al azul (el color del cielo ) y se siente fuertemente atraída por el rojo. Por esta razón, el rojo es un color muy común entre la bayas maduras, cuyo principal interés es precisamente es precisamente el de trasladarse al sistema digestivo de los pájaros. Las semillas acabarán así lejos de la planta madre, favoreciendo el nacimiento de otras plantas y la colonización de nuevos territorios.
En la película de Hitchcock Los pájaros se hace un gran uso simbólico del color verde, y la protagonista Tippi Hedren , lleva un vestido verde en todas las secuencias en que es atacada por los pájaros. Pero curiosamente (el color de la vegetación) es en realidad un color por el cual los pájaros no muestran ningún interés.
Visión humana
Visión de un toro
Los toros no ven el color rojo como lo ve un ser humano, y embestirían igual si el torero llevara el capote rojo, verde o de cualquier otro color. Los toros no embisten contra el rojo, ni siquiera contra el capote, no son capaces de discriminar entre la tela y el cuerpo del torero. Simplemente dirigen su fuerza a lo que se mueve con brusquedad. Ahora bien, por su visión, si este movimiento se realiza con lentitud, su cerebro procesará su cuerpo como algo inerte.
Si nos movemos lentamente y con la suficiente lentitud, le costará bastante diferenciarnos del entorno. Y aunque perciba movimiento, nuevamente si estamos suficientemente lejos, puede ser incapaz de “diferenciarnos del entorno”. Y no es por la visión deficiente del color (comparado con nosotros), ni porque la calidad visual que ofrece el ojo del toro sea muy pobre. La clave está en el cerebro.
El toro puede saber lo que es un movimiento pausado o brusco, poco más. Su cerebro no es tan complejo como para entender que sacudir un capote no es nada amenazador para él. Como muchos animales, no se queda a ver qué es exactamente lo que se está moviendo. Calcula la brusquedad del movimiento, y la distancia a la que está.
En general los animales son muy buenos calculando distancias, velocidades y tamaños. Casi cualquier animal sabe qué es lo que se le acerca o aleja, a qué distancia está y lo grande que es. Lo que ya suele fallar más es diferenciar exactamente la silueta, la forma. Por lo tanto, el toro hace un cálculo de lo cercano que es ese elemento. Si estamos suficientemente lejos del toro, no llamaremos su atención aunque hagamos movimientos bruscos. Y no porque no nos vea, la distancia es suficiente para que no le parezcamos una amenaza.
Estando más cerca, el toro no se para a diferenciar nuestra forma, o cómo es exactamente ese movimiento. Percibe un movimiento brusco, y toma una decisión. Para muchos animales, eso significa huir. Para aquellos dotados de elementos defensivos, y de un carácter genético hereditario no lo olvidemos como la bravura, supone atacar.
El toro decide embestirnos. ¿Por qué contra el capote? ¿No se da cuenta que lo estamos manejando nosotros, que es un objeto separado de nosotros? Pues no, y nuevamente no se trata tanto de que el ojo le ofrezca una visión pobre, sino que su cerebro no codifica una información tan compleja.
No puede separar conceptualmente el capote del torero, carga contra lo que se está moviendo bruscamente. Cuando el toro alcanza al torero, normalmente es porque el toro está lo suficientemente cerca (o el capote lo suficientemente lejos del torero) como para poder diferenciar por separado la figura del torero, y por algún motivo (normalmente porque se ha movido) lo identifica como elemento amenazador.
Fuente: Los colores de la luna : Cómo vemos y por qué - Paola Bressan-Editorial Ariel. / http://veterinariostaurinos.blogspot.com.es/
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