martes, 28 de marzo de 2017

Cine y tabaco



El tabaco ha sido utilizado en el cine como un objeto temporal que maneja la estética y el lenguaje de una manera, más que argumentativa, visual. El humo del cigarro dota al director de fotografía de elementos para que una escena brille de manera que un espacio cerrado, un juego de luces, una luz contrastante etc., colabore con el humo dotando a la escena de juegos visuales de oscuros y claros. Pero no solo el cigarro se refleja propiamente en la imagen, ya dentro del ritmo de la película el cigarro actúa como potenciador de atmósferas del genero o como propiamente el origen de la tensión que es necesario independientemente del tipo de película, estilo o genero.

También el tabaco sirve para caracterizar personajes, clases sociales y comportamientos, amplificando , mitificando e incluso creando connotaciones simbólicas del tabaco, que se convierte en objeto de seducción , glamour y descripción de personajes y situaciones. ,... El cigarrillo proporciona al protagonista carisma, estilo, poder, independencia, enfatizando la dureza y seguridad de su papel como antihéroe o protagonista ensoñado;la pipa da imagen de carácter tranquilo y reflexivo; el puro , según su calidad, opulencia o dureza. A la mujer el cigarrillo le da independencia, glamour y sensualidad, formando parte de una sexualidad que emerge al tener la libertad necesaria para ser una mujer fuerte y sumamente peligrosa. Una mujer fumando sola en un bar era una chica mala o en camino a comportarse como tal; un tipo de corbata e impermeable fumando en una esquina era un detective o un sujeto involucrado en algún ilícito. Y fumaban los vaqueros, los galanes, los gángsters, los policías, los políticos y los hombres de negocios, las mujeres libres,...

Por su parte el uso de cigarrillos por las actrices en las películas contribuía a normalizar su consumo entre las mujeres y a convertirse en ídolos a imitar, relacionándolas con el poder, independencia, éxito y el glamour, y habitualmente dando imagen de mujer fatal que cuando quería expresar un interés sexual, aparecía fumando o pidiendo fuego, convirtiéndose en ídolos a imitar.


Pero la presencia del tabaco en el cine no fue fruto del guión, de la voluntad de los actores o de la casualidad, sino de las nada inocentes relaciones entre dos industrias: la cinematográfica y las empresas tabaqueras.

La industria del tabaco es la que más pronto y más ampliamente utilizó esta práctica para fomentar el uso de sus productos. La colaboración entre Hollywood y las compañías fabricantes de tabaco se estableció a través de acuerdos firmados con compañías de marketing que actuaban de intermediarias. Definían las características que tenían que tener las escenas en las que estuviera presente el tabaco para que su presencia conllevase el mayor impacto publicitario posible.

Aunque esa relación se remonta a los comienzos del cine hablado, fue en 1927, como una manera de integrar completamente el uso del tabaco en la sociedad, cuando Hollywood y las compañías tabacaleras emplearon a una empresa de publicidad se ocupó de la intermediación entre dos de sus clientes: American Tobacco y RCA. (Stanton Glantz, director del Centro para el Control e Investigación del Tabaco y Educación en la Universidad de California),contratando a productores, directores y guionistas para incluir en las películas escenas en las que las protagonistas apareciesen fumando.

Bette Davis - Clark Gable

Las compañías tabaqueras utilizaron a las estrellas del cine más populares para anunciar sus productos, estableciendo contratos con ellas o con las propias productoras de cine. La industria del tabaco utilizó a Clark Gable, Spencer Tracey, Joan Crawford, John Wayne y Bette Davis, entre otras grandes leyendas de Hollywood, para dar una imagen glamourosa de los cigarrillos. Como además se trataba en esos años de ampliar el mercado captando al público femenino, aparecieron con asiduidad en la gran pantalla, actrices fumadoras como Lauren Bacall o Bette Davis . Entre los años treinta y cincuenta, las tabacaleras pagaron millones de dólares a los actores de la época dorada del cine, para que aparecieran fumando en las películas. Carole Lombard, Barbara Stanwyck y Myrna Loy recibieron 10.000 dólares, el equivalente a 150.000 de hoy. Clark Gable, Gary Cooper y Robert Taylor cobraron la misma cantidad. El precio total pagado por Lucky Strike en un año ascendió al equivalente actual de 3,2 millones de dólares. Las tabacaleras pagaron, entre los años treinta y cincuenta, millones de dólares a los actores de la época dorada del cine para que aparecieran fumando en las películas.
Audrey Hepburn

Por su parte el uso de cigarrillos por las actrices en las películas contribuía a normalizar su consumo entre las mujeres y a convertirse en ídolos a imitar, relacionándolas con el poder, independencia, éxito y el glamour, y habitualmente dando imagen de mujer fatal que cuando quería expresar un interés sexual, aparecía fumando o pidiendo fuego, convirtiéndose en ídolos a imitar . 

Han sido iconos cinematográficos los aros de humo de Lauren Bacall o Bette Davis, el cigarrillo en los labios de Bogart , el golpeo repetido contra la pitillera , el humo y los guantes de Rita Haywoord , James Dean sosteniendo un cigarrillo sobre su oreja , la pose glamurosa de Joan Crawford encendiendo sus cigarrillos, la boquilla alargada de Audrey Hepburn , el puro de Groucho Marx ,....

Ronald Reagan - Jhon Wayne

La gente fumaba e gran medida porque lo hacía su estrella favorita, y a esto contribuía el hecho de que cualquiera podía permitirse comprar cigarrillos. Más tarde , el público no solo se interesó por el tabaco sino por la marca de cigarrillos que fumaban. 

El consumo el consumo de tabaco, y sus beneficios, se multiplicaban cuando uno de sus actores anunciantes aparecía fumando en una escena, ya que los espectadores asimilaban que se trataba de la misma marca que las estrellas decían fumar en las piezas publicitarias. A su vez la estrategia de las tabaqueras, reportaba cuantiosos beneficios a los estudios a los que las estrellas de cine estaban vinculadas, proporcionándoles "publicidad nacional", a través de la difusión de estos anuncios en diarios y emisoras de radio. Los estudios que más se beneficiaron fueron Paramount y Warner Bros, con la promoción de Lucky Strike (de la empresa American Tobacco) en los años treinta, y de Chesterfield (de la compañía Ligget & Myers) en los años cuarenta.


En la última década del siglo XX se ha producido la revalorización de las marcas frente al producto (importa más la marca que la calidad del producto) y ello también ha afectado a los cigarrillos, mostrando explicitamente la marca en la pantalla. Así por ejemplo la marca Marlboro es la de Julia Roberts en La boda de mi mejor amigo, o de Jim Carrey en Yo, yo mismo e Irene, Camel la de Clint Eastwood en True crime o en Los puentes de Madisson, Winston la de Dominic West en 28 días y Russell Crowe en Una mente maravillosa, Kool la de Denzel Washington en Training day. Entre 1979 y 1983, Brown & Williamson Tobacco invirtió más de un millón de dólares para que sus marcas apareciesen en veintidós películas. Para que fumasen sus cigarrillos en la pantalla, la tabaquera pagó con dinero, coches y joyas a estrellas como Clint Eastwood, (Impacto súbito, 1983) Paul Newman (Harry e hijo, 1984) y Sean Connery (Nunca digas nunca jamás, 1983)

Marilyn Monroe - Laren Bacall -- Humphrey Bogart
Mario Moreno - Charles Chaplin - Groucho Marx

El tabaco como elemento del lenguaje cinematográfico forma parte incluso de la caracterización de muchos actores que han pasado a la historia vinculados a su consumo, destacando entre todos ellos Humphrey Bogart, en películas como El bosque petrificado, Tener y no tener, El halcón maltés o Casablanca. 

El cigarro se hizo también un hueco en el mundo de la comedia. Lo usaba Charles Chaplin, Mario Moreno “Cantiflas” y Groucho Marx lo portaba como un estandarte. muchos humoristas americanos,como Oliver Hardy y Stan Laurel, o Harol Lloyd, han fumado o usado un puro como accesorio cómico, tal vez buscando invertir su significado simbólico asociado a los hombres de prestigio.

Orson Welles 

Orson Welles, en Ciudadano Kane llenó la pantalla de humo de pipa, de puros, de cigarrillos. En El hombre que vendió su alma (1941), de William Dieterle, el diablo aparece por primera vez envuelto en niebla y bruma, fumando un puro. En La sombra de una duda, dirigida por Alfred Hitchcock en 1943, el protagonista, encarnado por Joseph Cotten, es un maníaco depresivo con un puro, que fuma ávido cuando se siente maníaco y sostiene sin encender en su mano cuando está deprimido. 

Rita Hayworth 

Qué sería de Humphrey Bogart sin un cigarrillo entre los dedos, recio, intrigante y seductor, en Casablanca (1942) o de Rita Hayworth sin el uso del tabaco para sus múltiples roles de mujer fatal, o de James Dean , joven tímido y en conflicto con su padre, apoyado contra un muro con un cigarrillo entre los labios en su papel en Rebelde sin causa(1955), o de Sharon Stone sin su cigarrillo a la hora de cruzar la pierna en Instinto básico (1992). 

Sharon Stone / James Dean

Coffee and cigarettes

Pero eso era antes de que la Organización Mundial de la Salud, denunciara la mortífera contribución del cine y la moda al tabaquismo, instando a sus responsables a poner fin, olvidando que se fumaba tal vez porque veíamos fumar, pero que también porque se veía en casa y en la calle y no solo en la pantalla del cine. Lo cierto es que , al menos entre 1930 y 1990, el cine no sería el mismo sin el tabaco marcando pausas, silencios, momentos de tensión y desenlaces, reflejando el mundo de la calle y la vida misma. Pero eso ya no es posible en este hipócrita mundo de lo políticamente correcto.


Fuentes: Nickel Odeón-Cine y humo-Número 30 / La diva nicotina- Iana Gately- Ediciones b / http://www.nofumadores.org

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